Nuestra Señora Aparecida – Brasil

Nuestra Señora Aparecida de Brasil
Beatriz Ramirez. (2011). Nuestra Señora Aparecida. Gusten y vean.

La historia de Nuestra Señora Aparecida inicia el año 1716 cuando, en el río Paraiba, tres pescadores trataban de ganarse la vida, pero no conseguían pesca. Fue entonces que alzaron de las aguas con sus redes una hermosa figura de terracota de Nuestra Señora de la Concepción. Una vez colocada la imagen en su canoa, la pesca fue tan abundante, que aquellos hombres regresaron a puerto llenos de temor, porque su frágil embarcación parecía hundirse, incapaz de sostener el enorme peso de la pesca.

No se sabe cómo la pequeña imagen de solo 36 centímetros fue a parar al río, pero sí se conoce a su autor, Frei Agostino de Jesús, un monje carioca de Sao Paulo que trabajaba el barro con arte y refinamiento. La imagen, moldeada hacia el 1650, se mantuvo sumergida en el Paraíba durante muchos años, lo que provocó la pérdida de su policromía original y su transformación en un brillante color castaño oscuro.

La Virgen morena se presenta a la veneración de los fieles recubierta por un rígido manto de gruesas telas ricamente bordadas, que sólo permiten verle el rostro y las manos, que une sobre el pecho en continua oración. Porta la corona imperial, de oro y piedras preciosas, con la que fue coronada reina de Brasil por el Papa Pío X en el 1904. Pío XII la proclamó patrona principal del Brasil en 1930 y el día de su fiesta, el 12 de octubre ha sido declarado feriado nacional.

Juan Pablo II visitó a la Virgen Aparecida en su santuario, concediéndole el título de Basílica. Unos días antes, un individuo lanzó al suelo la imagen fraccionándola en muchos pedazos. Quiso así parar el gozo de la celebración que se esperaba. Pero el amor y el cuidadoso trabajo de varios artistas y expertos logró reconstruirla perfectamente y la Virgen Aparecida retornó a su nicho en la basílica en medio de la enorme multitud que la aclamaba por madre del Brasil.

Basílica de Nuestra Señora Aparecida

Es una basílica menor dedicada a la advocación de Nuestra Señora Aparecida, la patrona de Brasil. Se halla en la ciudad de Aparecida, en el estado de São Paulo, al suroeste de Brasil. Es parte central del conjunto del Santuario Nacional de Aparecida, siendo la iglesia más grande de América y la segunda más grande del mundo, siendo un poco más pequeña que la Basílica de San Pedro de la Ciudad del Vaticano.

La basílica tiene forma de cruz griega, las naves tienen 40 metros de altura y la cúpula, 70 m de altura y 78 de diámetro. Tiene una torre de 100 m de altura y una superficie cubierta de 18.000 metros cuadrados que dan cabida a 45.000 personas. El área total construida es de 23.000 metros cuadrados y la capacidad total del complejo es de 75.000 personas, lo que lo convierte en el templo más grande de América.

El Santuario acoge casi 12 millones de peregrinos al año. Además, el Centro de Apoyo al Peregrino, con 380 tiendas, incluida la amplia Plaza de la Alimentación, un total de 874 sanitarios, 55 de ellos adaptados a personas con discapacidad y la Ciudad del Peregrino. Toda esta estructura está mantenida por los 2.000 colaboradores, además de cientos de voluntarios.

São Paulo, el dinámico centro financiero de Brasil, se encuentra entre las ciudades más pobladas del mundo, con varias instituciones culturales y una rica tradición arquitectónica.

Basílica de Nuestra Señora Aparecida Brasil
Igor Vera. (s.f). Basílica de nuestra señora aparecida. We mystic.

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Oración a Nuestra Señora Aparecida

Oh incomparable Señora de la Concepción Aparecida, Madre de Dios, Reina de los Ángeles, Abogada de los Pecadores, Refugio y Consolación de los Afligidos y Trastornados, Santísima Virgen, llena de poder y de bondad, lanza una mirada favorable en nuestra dirección para que seamos ayudados en todas nuestras necesidades.

Señora soberana, te rogamos que nos guíes en todas las cosas espirituales y temporales; líbranos de las tentaciones del demonio para que, siguiendo el camino de la virtud y por los méritos de tu purísima virginidad y de la preciosísima Sangre de tu Hijo, podamos verte, amarte y gozar de ti en la gloria eterna, por los siglos de los siglos

Amén.