Nuestra Señora de la Beauraing, también conocida como la Virgen del Corazón de Oro, es el título que se le da a las 33 apariciones de la Virgen María, el 29 de noviembre de 1932 y el 3 de enero de 1933, a los hermanos Gilbert y Andree Degeimbre (hermanos) Fernande, Gilbert y Albert Vaison (hermanos) que son total 5 niños que se encontraban entre los 9 y 15 años cuando vieron a la Virgen. Por varios años después de las apariciones, los peregrinos continuaron yendo al pequeño pueblo belga de Beauraing, donde fueron realizadas muchas curaciones y conversiones.
Peticiones de Nuestra Señora de la Beauraing
Los niños contaron que María pidió que se construyera una Capilla en el sitio donde se apareció en un nuboso tronco de un espino, cuyas ramas pasa por encima de Ella y describen a la Bella Señora como bien menuda, joven, con ojos azules. Su belleza corta la respiración. Viste un traje blanco pisado que le cubre sus pies. Le cubre la cabeza un velo blanco que oculta parte de los hombros y baja hasta su espalda. De su brazo derecho cuelga un Rosario que desaparece en el vuelo de las mangas cuando Nuestra Señora abre los brazos.
La Santísima Virgen le pide en sus apariciones que los niños sean buenos, que siempre recen y pidan por los pecadores. La Bella Señora dijo: “Yo soy la Inmaculada Virgen”.
Ella también solicitó a los peregrinos que fueran al lugar de las apariciones y pidió a los niños y a todos que rezaran, así como que en una de sus últimas visiones reveló su Corazón de Oro, referencia a su Inmaculado Corazón.
En la última aparición reportada, la Virgen le preguntó a Fernande Vaison: “¿Tú amas a mi hijo?” y él respondió “sí”. Luego ella le preguntó “¿Tú me amas?” y él volvió a contestar que sí. Luego la Virgen le dijo “Entonces haz sacrificio por mí” y terminó la aparición antes de que el niño pudiera contestar.
Beauraing era y sigue siendo una humilde aldea en el sudoeste de Bélgica, a unas 4 millas de la frontera con Francia. En la época de la aparición de Nuestra Señora, la población era de solo unos 2,000 habitantes. También allí se sufrían los estragos de la Gran Depresión, pero lo sobrellevaban mejor por ser gente sencilla y cercana al campo.
Santuario de Nuestra Señora de Beauraing
Una iglesia fue construida en el lugar de las apariciones como símbolo de la devoción a la Virgen. El propio mensaje de las apariciones trataba sobre la construcción de un templo en piedra tallada, donde se celebrará una Eucaristía diaria, así como el sacramento de la reconciliación. Alrededor de la Iglesia, el entorno se ha enriquecido con el Jardín de las Apariciones, la cripta de San Juan, la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, con capacidad para más de 700 personas, y la iglesia central, donde cada día puede acoger a más de 5000 peregrinos.
La Iglesia de Nuestra Señora, construida entre 1947 y 1954, se presenta como una fortaleza infranqueable, simbolizando el triunfo de la Virgen sobre las fuerzas del mal. El interior del templo se compone de tres partes. En primer lugar, la capilla del Santísimo Sacramento, con sus tres arcos sobre doce columnas curvas, símbolo de los doce apóstoles, y su altar, dedicado al Corazón Inmaculado de María. En segundo lugar, los pasillos de la reconciliación, con dos ventanas en las que se exponen los recuerdos de las apariciones y de la visita al lugar de Juan Pablo II. Y en último lugar, las rampas que dan acceso a los demás santuarios de la explanada.
Los peregrinos y visitantes tienen la oportunidad de ver la película de las apariciones o seguir la visita guiada a los santuarios y los lugares donde la Virgen se apareció a los cinco niños.
Beauraing, es un municipio de Valonia, en la provincia de Provincia de Namur, Bélgica. Se encuentra ubicada al sureste del país, en la región natural de Famenne. La superficie total es de 174,55 km² dando una densidad de 52,47 habitantes por km².
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Oración a Nuestra Señora de Beauraing
“Nuestra Señora de Beauraing, Virgen Inmaculada, lleva a tu Hijo Jesús, todas las intenciones que nosotros te confiamos ahora. Madre del Corazón de Oro, reflejo de la ternura del Padre, mira con amor a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, y cólmalos del gozo de tu presencia.
Tú que prometiste convertir a los pecadores, haznos descubrir la misericordia infinita de nuestro Dios. Vela en nosotros la gracia de la conversión para que toda nuestra vida sea el reflejo de esta misericordia.
Haz que cada instante de nuestra existencia sea un sí a la pregunta que tú nos haces hoy: “¿Amas a mi Hijo? ¿Me amas a mí?”. Entonces, el reino de Jesús vendrá al mundo.”
Amén.